Este miércoles, el Ministerio de Seguridad aumentó a $1 millón la recompensa para quien brinde datos sobre el paradero de Juan José «Pocho» Morales, un hombre que desapareció en 2011 en San Jaime de la Frontera y cuya causa estuvo plagada de irregularidades.

A través de la Resolución 642 publicada en el Boletín Oficial, se estableció la suba dada “la complejidad y gravedad del delito cometido”, “la dificultad para obtener la información” y el tiempo que pasó desde el lanzamiento inicial de la recompensa.

Durante estos once años, la causa de Morales, que trabajaba como levantador de quinielas, no tuvo grandes avances. Es por ello que en 2013 se lanzó una recompensa de $100.000, sin resultados exitosos. En 2017, la misma subió a $500.000, pero como nada de esto alcanzó para tener más datos de él, desde el Gobierno se estableció un nuevo aumento.

La desaparición de “Pocho”

El 30 de agosto de 2011, en la localidad de San Jaime de la Frontera, vecinos vieron por última vez a Juan José Morales, de 66 años, a quien apodaban “Pocho”.

Ese día, el hombre estaba en su negocio ubicado en San Martín 466 cuando, al no regresar a casa, su familia comenzó a llamarlo, sin poder nunca pudo comunicarse con él.

Hoy el Gobierno ofrece $1 millón por datos que ayuden a encontrar al hombre. (Foto: Policía Federal)
Hoy el Gobierno ofrece $1 millón por datos que ayuden a encontrar al hombre. (Foto: Policía Federal)
El caso tuvo muchas irregularidades y ninguna certeza. El mismo año de la desaparición, el diario Uno tituló: “El pueblo donde todos están bajo sospecha”, demostrando la complejidad que rodeaba al asunto.

“Salía todas las mañanas y las tardes en su bicicleta roja, con el aparato para hacer apuestas, y recorría a sus clientes habituales que esperaban un golpe de suerte”, contó el medio en una crónica publicada en 2018.

Pistas falsas, un gran despliegue policial y rituales

Aunque no hubo avances importantes, la investigación arrojó que ese día a las 20:07 Morales levantó la última jugada de la quiniela en la colectora de la ruta 127, al lado de una carnicería. Este dato se reconstruyó por gracias al ticket del apostador.

Una vez que tomó el pedido, emprendió camino a su local. Sin embargo, en el medio, una mujer lo frenó para darle el pésame por su hermano, que había fallecido hacía poco tiempo.

A los minutos llegó al negocio, después, pasó a levantar algunas jugadas más en casas de la misma cuadra antes de hacer el cierre a las 20:30. Pero Morales no apareció más.

Al notar la ausencia de su esposo, Beatriz lo llamó a su celular a las 20:45, pero el mismo ya estaba apagado. Desesperada, la mujer le avisó a sus hijos, Walter y Diego, y juntos recorrieron las calles cercanas buscándolo, sin éxito.

El hecho ocurrió en San Jaime de la Frontera, Entre Ríos. (Foto: Municipios y Comunas)
A la búsqueda se sumaron varios vecinos de San Jaime. Un testigo, “Pinino” Báez, dijo que lo había visto a las 22:00, que le había dicho que “estaba mal” y que tenía intenciones de irse hacia “La Colorada”, un campo cercano.

La Policía lo buscó allí con linternas pero no encontró ninguna pista. Luego, se supo que la versión era falsa. “La causa tuvo medidas inéditas, como un recorrido casa por casa, en cada uno de los 1.300 domicilios del pueblo”, contó Uno en su crónica. Es que los procedimientos no eran allanamientos sino solo averiguaciones entre los habitantes.

Más de 100 policías lo buscaron en diferentes rastrillajes en el límite con Corrientes y en los campos aledaños. Utilizaron todo tipo de mecanismos para encontrarlo: perros, vehículos por tierra, un helicóptero y buzos tácticos. Vaciaron los piletones de desagüe cloacal, pero no hubo rastros de Pocho.

Fuente: La Nación