Un informe de la CAME elaborado en Entre Ríos, alertó que en la cadena de valor de naranjas, el productor primario fue el único que no tuvo ganancias, mientras que en el año 2020 había obtenido una ganancia del 3.9% del precio de venta.

En el estudio elaborado por el sector de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), durante los últimos tres meses del 2021 se analizó la cadena de valor de la naranja fresca desde el productor, ubicado en el caso de estudio en la localidad entrerriana de Chajarí, hasta su comercialización en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), bajo modelos de simulación de empresas y comercios.

De los $69.8 en los que se vendió el kilo de cítrico dulce en CABA –precio promedio de noviembre 2021-, el 21.1% corresponde a ganancias ($14.7); el 36.8% a costos ($25.7) y el 42.1% a impuestos y tasas ($29.4).

Con respecto a las ganancias netas (21.1%), solo 3 de los 4 eslabones que conforman la cadena las lograron; el galpón de empaque obtuvo el 1.4% ($1); el mayorista 8.1% ($5.7) y el minorista 11.6% ($8.1). El productor fue el único que no tuvo ganancias, mientras que en el año 2020 había obtenido una ganancia del 3.9% del precio de venta final.

La redistribución de la ganancia se concentró principalmente en la comercialización tanto a nivel del operador mayorista (puesto en el Mercado Central de Buenos Aires) como minorista (verdulería e hipermercado de CABA), en desmedro del eslabón más débil, quien inicia el proceso económico.

Tras analizar los costos, impuestos y ganancias netas de cada eslabón, podemos concluir que del precio de venta final de un kilo de naranja ($69.8), el productor explica el 7.7% ($5.4); el empacador el 5.3% ($3.7); el operador mayorista el 19.5% ($13.6); y el minorista el 25.4% ($17.7). Por su parte, la presión tributaria del Estado, en sus tres niveles, asciende a 42.1% ($29.4), cuando en el año 2020 había sido de 38.3% –para los modelos de simulación analizados–.

El estudio evidencia que los eslabones que generan valor agregado (producción y empaque) sólo explican el 13% del precio final del cítrico dulce. “Un productor que no tiene ganancias, pese a haber invertido y arriesgado a cielo abierto, no está en condiciones de aumentar su productividad ni reconvertir. Al no ser sustentable en el tiempo, a mediano o largo plazo, es un productor que tiende a desaparecer”, afirmó Eduardo Rodríguez, director del sector de Economías Regionales de CAME.

Según el libro “Citricultura, estudio de la cadena de valor”, publicado por CAME en 2015, Argentina tiene implantadas unas 46 mil hectáreas de naranja, concentradas en las provincias de Entre Ríos (más de 1.780 productores), Corrientes (más de 980 productores) y Misiones (más de 220 productores), con una superficie promedio de la quinta de menos de 25 hectáreas, destinándose al mercado interno unas 528 mil toneladas anuales.