Facundo Noya, oriundo de Feliciano, es biomédico y recibió una beca para seguir formándose en Estados Unidos. No obstante, solicita ayuda para poder costear parte de sus estudios en una de las universidades más importantes del mundo.

El joven ingeniero biomédico entrerriano Facundo Noya, creador de las plantillas inteligentes para personas con diabetes, conocidas como Ebers, realizó un sentido posteo en Facebook en donde relató que necesita ayuda para costear parte de sus estudios en Estados Unidos.

Contó que en marzo recibió una beca Fulbright para hacer una maestría en la Universidad de Columbia, una de las más prestigiosas del mundo, pero se encontró con una dificultad: la casa de estudios sólo cubre un 50% de sus gastos. Ante esta situación, relató que buscó financiamiento en referentes de su Feliciano natal, pero no consiguió respuestas.

«Respuestas que nunca llegaron, mensajes vacíos sin intención de una ayuda real y, a una semana de mi fecha límite para aceptar la oferta, todavía sigo escribiendo sin una respuesta concreta. Mi pedido, una carta de recomendación», sostuvo.

En su posteo, Noya señaló: «Mi meta era estudiar en una de las mejores universidades del mundo y tuve la suerte de ser aceptado en una maestría en Estados Unidos con una prestigiosa beca Fulbright, la cual incluye varios premios nobeles y miles de investigadores y emprendedores que están transformando sus realidades y los cuales admiro profundamente. Después de superar diferentes pruebas, rendir exámenes de inglés, matemática, presentar ensayos y esperar ansiosamente, recibí una carta que cambiaba mi vida: fui seleccionado para estudiar en la Universidad de Columbia, una de las 10 universidades más importantes del mundo, con una tasa de aceptación inferior al 4%. Para mí, esto era un sueño hecho realidad. De Feliciano, hijo de una costurera y un maestro de escuela primaria, habiendo estudiado en el sistema público toda mi vida, tenía las puertas abiertas del mundo».

«Como todos sabemos, la vida no siempre es fácil. Estudiar en Estados Unidos es costoso (muy costoso), y aunque la universidad cubría el 50% de mi matrícula, necesitaba encontrar el resto del financiamiento para poder participar. Decidí acudir a los políticos de mi ciudad natal, Feliciano, para que me ayudaran a través de la provincia, a convencer a la beca y a la universidad de la importancia de mi educación para mi región y que de esta manera les recomendaran cubrir parte de esos gastos que faltaban ya que para mi es prácticamente imposible. Pensé que iba a ser un hito para mi ciudad que alguien logre llegar al nivel más alto de estudio, y que quizás iba a servir para mostrarle al resto de las generaciones que con esfuerzo y estudio el mundo te abre las puertas y podemos hacer de él un mejor lugar. La realidad fue muy distinta», indicó en un posteo que hizo en sus redes sociales.

A pesar de ello, Noya se mostró esperanzado de cumplir su sueño: «Más allá de mi encrucijada personal, tengo fe en que las ventanas se abrirán y voy cumplir mi sueño de estudiar junto a los mejores del mundo y volver a mi país para compartir todo lo aprendido».

«Estoy seguro que la educación es el presente y el futuro, siendo la única herramienta que tenemos para luchar por la desigualdad, la pobreza y todos los males de nuestra sociedad. Pero para ello tenemos que trabajar en que las cosas pasen y enseñarle a las generaciones que vienen que tenemos futuro, pero hay que buscarlo y que no es imposible. Si el hijo de una costurera pudo llegar hasta acá, muchos pueden y nuestro trabajo es mostrarles ese camino ayudando a nivelar el camino para los que el sistema se los olvidó en el camino. Les animo a que nunca dejen de soñar y que sigan adelante con sus metas, a pesar de los obstáculos. Juntos, podemos hacer de este mundo un lugar mejor para todos», concluyó.

Noya se recibió de ingeniero biomédico en la Universidad Nacional de Córdoba y hace cuatro años atrás fue noticia cuando creó la plantilla para mejorar la calidad de vida de pacientes con diabetes. La idea surgió mientras acompañaba a su papá que estaba internado en un hospital de Concordia. Allí vio a una paciente con esta enfermedad con una infección en su pie tras haber clavado una chinche y no darse cuenta porque no la sintió. En una semana, a la mujer le amputaron la pierna.

Investigó y supo que las personas con diabetes pierden la sensibilidad en las extremidades y si se lastiman no se recuperan. Decidido a trabajar en el tema para su proyecto de tesis, fue que diseñó primero una media inteligente, que no resultó viable, y terminó creando una plantilla con sensores que ayuda en la prevención para evitar amputaciones en pacientes diabéticos, que en el 80% de los casos son evitables si se advierte a tiempo la lesión.